Su nombre carecerá de peso en el titular de los diarios y la opinión de la calle, y puede parecer inexistente para los vientos políticos actuales. Sin embargo, su voz recorre sigilosa entre la necesidad de un país cuesta arriba.
Mirada al frente y sentidos despiertos al servicio de las historias. Foto: Archivo. |
El silbido tiene que ser un tono más alto porque Ariel estacionó casi en la esquina anterior. Con su moto recorrió desde el barrio San José Obrero algo más cuarenta cuadras hasta llegar a Villa San Juan. Viene de sacrificar su siesta no solo para concretar las primeras voces de nuestra entrevista, sino también para llevar entre sus manos “La historia de la Radio”.
“Si no era hoy, por el laburo recién iba a poder venir el jueves”, dice Ariel mientras pasa el umbral, se saca los guantes y afloja su campera naranja. El jueves ya sería tarde. Es al día siguiente donde Ortiz tiene que estampar la firma sobre la caratula del práctico para presentar en el Instituto de Educación Superior "Rodolfo Walsh", al que asiste de noche, luego de un arduo día de trabajo.
Con los años el “vivir pasando la Soberanía” se reprodujo de boca en boca en el imaginario urbano del Gran Resistencia. Desde aquel límite, aparentemente impronunciable, Ariel se levanta en busca de un objetivo cada vez más resonante entre los barrios: asegurar el plato de comida en la mesa de casa, donde todos los días lo espera su familia.
Ya sentados en la mesa y entre algunos mates, Ariel remarca que “Elo”, su señora, también realiza labores fuera del hogar y el único transporte de la casa es esa moto 110 color negra. Motivo por el cual está constantemente comunicada con él de acuerdo a sus tiempos de movilidad. Por eso el martes a la siesta le caía tan bien a ese muchacho que, además de repartir su día en la rutina diaria, por las noches también le da espacio a la tecnicatura en Comunicación Social. Esa carrera donde recibe atentamente todas las herramientas que luego pondrá en práctica en la asamblea barrial. Las mismas que también le permiten escribir mejor a la hora de transmitir la necesidad de los suyos como integrante de la Generación Villera de La Garganta Poderosa. Herramientas que le dan un poco más de sentido a su lucha diaria.
- ¿Qué es el periodismo para vos?
- Cómo definirlo, ¿no? Es difícil. No solo por sus ramas, sino también porque te preguntás y sabés que depende mucho de quién lo lleva a cabo para después formar una idea o interpelarte a vos mismo. En principio tiene que ser libre. Debe ser una herramienta de información, pero también de crítica. Desde mí desde mi punto de vista el periodismo es ese que baja al territorio, a los diferentes barrios y que aborda la problemática de manera concreta para hacerla visible. Hoy abunda el “periodismo de escritorio”. Cosa que no está mal, pero desde allí es donde parte hoy esa mirada sumamente punitivista para informar ante la sociedad sin tener intenciones de investigar y contar lo que pasa de verdad. La Garanta Poderosa surge a partir de esa necesidad. Antes de esto no teníamos un periodismo presente todos los días en el barrio para preguntarle a los vecinos sobre sus problemas y si existía una salida política para solucionar el mismo (cada vez que se menciona a la política, Ariel solo levanta una ceja y se encarga de aclarar que no me confunda con la palabra partidismo y sigue). Hay que mojarse, embarrarse, cagarse de calor y darle voz a los que no la tienen. De eso se trata para mí el periodismo.
- ¿Cómo definirías a eso que se denomina “periodismo popular”?
- Me la pusiste difícil (ríe). Hay mucha finura, muchas aristas para manejar ahí. Si yo tengo que hacer un periodismo popular lo hago con las herramientas que tengo, y claro está, lo tengo que defender. Porque se trata de visibilizar o hacer posible una nota. Me imagino yo mismo con mi teléfono en el barrio o con mi grabadora junto a un vecino que se le incendió la casa y nadie le dio respuestas. Entonces tengo que hacer ese tipo de entrevistas con lo que tengo. Para mí el periodismo popular es eso: no estar esperando tener las herramientas técnicas para hacer. Porque hoy también convivimos junto a esa concepción del periodista y las redes sociales que ya está instalada. Y hay muchos que no desarrollan nada por no tener, o pretender, tener las herramientas necesarias. Esta clase de periodismo se lleva a cabo con herramientas que se tienen a disposición y siempre voy a traer el tema de La Garganta. Estar en un barrio escribiendo sobre una señora que no lavó la ropa o no tomó agua porque no la tuvo en todo el día, y redactarla desde el territorio, también es trabajar. Y vuelvo a cuestionar al periodismo de escritorio, que hasta en algún punto ya no sé si es periodismo. Lo ves acá en la provincia cuando todas las noticias son de gestión política. ¿Quién va a hacer hoy una investigación a una arrocera o a un taninero, que sabés que contamina? Lo económico muchas veces contamina la mística del periodismo. O la bajada de línea, seguir todo el tiempo a un candidato que solo da la cara para las notas en televisión. Periodismo serio. ¿Alguien sabe porqué tardó tanto la obra de la plaza 25 de mayo?
- ¿En qué momento de tu vida aparece La Poderosa?
- Cómo todo, nuevamente aparece a raíz de una necesidad. Era albañil, había dejado la escuela en ese momento y me dediqué a eso. A falta de trabajos de albañilería arranqué a trabajar en una farmacia, donde estuve tres meses a prueba. No anduve y me corrieron. Ya en la organización, a través del famoso plan social, terminé trabajando como sereno. Yo venía tanteando la militancia desde lo partidario con el peronismo y terminé frustrado y enojado con la política en general. Es donde aparece La Poderosa, que me ayudó con dicho plan para sobrevivir en el mes. Y sin darme cuenta me involucré en todo eso de la política de manera constante y todos los días. Arranqué alrededor del 2016 y al año siguiente ya estaba militando. Los compañeros me ayudaron a entender las cosas que no estaban bien en un barrio y que muchas veces lo tomaba como normal. Te hablo de creer que estar un día sin luz era normal. Y que aparezca gente que te hace parar la pelota y decirte “fíjate” o militar no tener agua en toda la pandemia, por ejemplo, te ayuda mucho. Ni hablar de las razones por las que salir a la calle. Hoy ya serán seis años integrando el medio cooperativo de La Garganta. La verdad que nunca me imaginé el entendimiento que hoy tengo de la política.
- ¿Cuál era la situación del barrio cuando comenzó tu militancia?
- Me voy a remontar años atrás. Yo soy de Villa Ángela y vinimos con mi familia a raíz de una enfermedad de los huesos que teníamos llamada osteocondromatosis para buscar solución acá ya que en el interior no había tratamiento. Esto fue en 2004. Entonces los cinco que éramos nos vinimos y llegamos cuando el barrio San José Obrero se estaba fundando. Hoy evolucionó mucho el barrio en cuanto a las cuestiones habitacionales. Hay casas de material, calle con ripio que antes era todo barro, zanjas y desagües, pero no hay un mantenimiento de eso. Y por eso se habla de necesidades históricas. Cuando vinimos había canillas públicas, una por cuadra, y teníamos que acarrear el agua desde donde estaban hasta nuestras casas. En la actualidad no acarreamos el agua, pero tenemos que esperar 20 o 30 minutos para llenar un balde 20 litros. Entonces estamos hablando de un tema parcial de políticas públicas. O volviendo al tema de hace unos años, cuando había tremendas lluvias sabíamos que se nos iba a volar el techo. Esto obvio antes de tener una vivienda. Llegó la posibilidad de tener una casa, pero falta agua, hay desagües tapados y las casas se inundan. Lo mismo también el tema electricidad. Hay tendido formal, pero estás dos horas sin luz tres días por semana. Y para todo eso siempre se plantea un parche. Más allá de las mejoras, no hay solución de fondo. Te pongo cómo último ejemplo el problema que hoy estoy investigando e hice una nota: hace un año que no pasan las máquinas para mantener las calles de tierra.
- Han pasado gobiernos, gestiones y hasta presidencias. ¿Cuál es la situación actual con el agregado de la instalación de La Poderosa?
- La verdad que no cambió mucho. A ver, La Poderosa lo que hace es darle identidad a los vecinos del barrio donde se establecen. A pesar de ello, la cuestión es que el agua sigue faltando. Y el problema no es la organización porque ella no tiene la varita mágica de decir “nosotros venimos a solucionar sus problemas”. Nosotros demandamos a través de la misma, pero si vos demandás y no recibís respuestas es difícil. Es la cuestión, por ejemplo, con SAMEEP (Servicio de Agua y Mantenimiento Empresa del Estado Provincial) en donde nunca nos dieron respuestas a nuestras notas. De los tres (presidentes) que pasaron, ninguno se ocupó. Misma cuestión con el municipio para lo que era la calle o Desarrollo Social en cuanto a los merenderos. Si bien es una lucha y esto le da identidad a los vecinos que se organizan, reitero, se hace difícil si del otro lado no pasa nada. Y La Poderosa no viene a llenar eso, además de que cuando vas a reclamar a la calle te topás con la falta de empatía de la clase media. Si a la gente que vive en la ciudad no le importa que las cosas cambien para su gente, imagináte a los que gobiernan. Sin embargo, en el barrio sí se ve un cambio de organización. Ves a la gente un poco más unida y hay cosas que se hace por medio de la autogestión, que es algo muy importante a destacar. Agrandar un merendero o gestionar en plena pandemia nodos de conectividad para el barrio es para destacar en cuanto a los objetivos que nos ponemos como vecinos, junto a una organización cómo “la pode” que es de suma importancia. Seguimos esperando un cambio considerable en cuando la estructura política porque las asambleas en las barriadas no están para eso.
La Poderosa: gestación de objetivos en cada barrio. Foto: Archivo. |
“El comunicador tiene la tarea de siempre hablar con la verdad”
Ariel, respuestas de lucha para preguntas demandantes. Foto: Agustín Avalos. |
Sobre el final de la entrevista nos centramos en la actualidad que atraviesa la Argentina y su situación frente a los años que se vienen. El fin del mundo unipolar y la gestación, cada vez más resonante, del camino multipolar en materia económica. Hecho que, claro está, ya será parte de nuestros libros de historia y tendrá su considerable impacto en el ámbito político y social a mayor escala.
Temas que fueron abordados en paralelo al ascenso de los sectores de extrema derecha y sus nacionalismos, cómo salida reaccionaria ante la disconformidad política que se vive principalmente en distintas partes de Europa y América.
Ariel, firme, mirando al frente y con las manos siempre en movimiento, desde la incertidumbre general también tuvo palabras para afirmas cómo darle batalla a los momentos actuales y venideros.
“Hay que visibilizar el momento complejo que estamos pasando para poder generar un amplio abanico de opiniones y alternativas para lo que estamos viviendo en los días que corren. Pensar que va a haber un cambio radical en cuanto a lo económico sería muy iluso de mi parte. Pero eso lo sé yo. Porque estoy todos los días al tanto de lo que ocurre y tengo la suerte de tener ese filtro a la hora de saber a qué prestarle atención con seriedad. Pero por otro lado también hay mucha gente que piensa que mañana, con el próximo gobierno, después de una elección, ya va a ver un cambio real en cuanto a la economía y las necesidades. Por eso el rol importante del comunicador acá es comunicar y hablar siempre con la verdad. Desde la situación que vive la gente de Castelli, porque ahí sí existe el hambre, hasta la necesidad de los mapuches en la Patagonia. Y todo esto se tiene que hacer con el objetivo de poner preguntas sensatas entre la ciudadanía para decir qué cambio queremos como sociedad. ¿Queremos una derecha para los empresarios o una salida más razonable con ideas claras, visibles y centradas? ¿Gobernarán alguna vez para la gente, y de manera equitativa? Analizar. ¿Querés el camino de Milei que te va a cerrar una escuela pública, quiere dolarizar e impulsar la venta libre de armas? ¿O el otro sendero en donde participemos todos desde el debate con nuestras coincidencias y discrepancias? Hay que generar preguntas en la gente”.
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