El 14 de noviembre de 2020 Los Pumas ganaban 25-15 en Sydney y lograban derrotar a los (imbatibles) All Blacks por primera vez en su historia. Con aquel triunfo, el equipo argentino no solo conseguía superar al mejor estilo de juego del mundo ovalado, sino que también le ponía título a un interesante relato para el cuaderno puma: ganarle a todas la selecciones del rugby internacional a las que enfrentó.
A pesar de ello, la fiesta tuvo una sensación incompleta: la vida cotidiana y deportiva reflotaba en una Argentina que, al igual que el mundo, buscaba en los campos de juego un grito de alegría luego de tanta desgracia.
Desde el punto de vista competitivo, el ciudadano promedio del deporte nacional festejaba desaforado, aunque con sensaciones encontradas. Quería ganar con Sudáfrica compitiendo en condiciones normales. Quizás, ante su gente en algún punto del país argento. O con un familiar que, para ese momento, ya no estaba.
Los Pumas le ganaron a Nueva Zelanda. Desde aquel momento, se le podía ganar en cualquier otro momento. Y los Kiwis comenzaba a verse trastocado en su orgullo.
Históricamente y en más de una ocasión, el combinado argentino ha puesto al mundo patas para arriba. Francia 2007 o Inglaterra 2015 son algunos de los casos más resonantes en donde la celeste y blanca incomodó al poderío reinante de las grandes monarquías que se creían eternas. Esas que plantan cara agria cuando quedan atrapados en las garras del "inocente" felino.
Perder con Argentina en el rugby es el colmo. Es el último eslabón de un pésimo rendimiento. Las alarmas comienzan a sonar cuando ocurre la catástrofe. ¿Cómo este rugby semi-profesional puede superar la tradición eterna de esas naciones que han salido a la vida con una guinda bajo el brazo?
Hoy, el mundo podría estar presenciando el comienzo de nuevos cambios en las bases del rugby internacional. Pues nada es para siempre.
Hace menos de un mes, Ian Foster, actual entrenador de los hombres de negro, quedó en la mira de toda la isla maorí luego de caer derrotado en dos de los tres enfrentamientos ante Irlanda (2-1) en la ventana de julio. Y se venía el Championship.
Al comenzar dicha competencia, Foster tenía como condición ganar uno de los dos cotejos ante Sudáfrica. El primero lo perdió. Pero en el segundo, el helecho plateado volvió a brillar como en aquellas noches mágicas en su visita a Johannesburgo. Triunfó por 35-23 y el entrenador salvó su pellejo de la masacre mediática. Pues hay una cuestión poco conocida, y es que el puesto de entrenador de los All Blacks suele ser más importante que la del Primer Ministro.
Curiosamente, en esa segunda fecha, a miles de kilómetros de Johannesburgo, en donde Foster y compañía habían respirado, eran Los Pumas quienes triunfaban sobre Australia por 48-17 luego de una tarde inolvidable en la provincia de San Juan. Como un cuento de memoria, durante la semana entrante primó la "lógica": Dave Rennie, head coach del plantel australiano, era el blanco de todas las voces en los medios de Oceanía. El peor desempeño de los Wallabies en la era moderna, y encima, perdía con la Cenicienta del torneo.
Durante el principio, estas líneas mencionaron que a Los Pumas no le quedaban rivales por vencer alrededor del mundo.
El Lado B de la moneda, anuncia que la "lista negra" inauguró un nuevo verdugo, y en casa. Porque en la madrugada de un 27 de agosto, casi dos años después del milagro de Sydney, Los pumas derrotaron por primera vez a los All Blacks en su tierra. Ante los ojos de una ciudad emblemática como Cristchurch. Algo así como perder 5 a 0 en una eliminatoria mundialista ante Colombia en la cancha de River.
Sudáfrica y Australia inauguraron el selecto Olimpo de aquellos que lograron poner de rodillas al rugby más natural, brillante y vistoso de la historia. El mundo supo del monarca, y con ello, sus más acérrimos detractores. Fue Francia, luego Inglaterra. Se rebeló Irlanda y ahora Argentina. El culo del mundo. Ese que hoy es puntero de la competencia más importante del rugby profesional.
Quizás, el reinado del helecho esté ante la puerta rebelde de sus pueblitos aledaños. Más de uno se le va a animar. Todo por culpa de unos atrevidos que tendrían que estar con una pelota redonda y no andar molestando en terrenos que no le corresponde.
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